jueves, 22 de enero de 2009

El cuélebre y las ayalgas

Hoy os voy a hablar de dos seres mitológicos asturianos: el cuélebre y las ayalgas.
En las cuevas de Asturias habita una enorme serpiente alada cuyo cuerpo está cubierto de escamas. Se trata del cuélebre, guardián de grandes tesoros de inexplicable procedencia.
El cuélebre suele estar escondido entre los bosques y ataca a las personas y animales que se encuentra a su paso o a aquéllas que se atrevan a robar o tocar su tesoro.
Aunque el cuélebre esconde sus tesoros en las cuevas asturianas, él no se queda en ellas. La encargada de estar junto a estas riquezas es la ayalga.
Algunos dicen que las ayalgas (atalayas o changas) fueron hadas que el cuélebre secuestró para que custodiasen sus tesoros, pero otros creen que fueron mujeres que el cuélebre raptó y encantó.
Las ayalgas son muy hermosas, aunque no tanto como las hadas. Y están condenadas a permanecer en las cuevas hasta que un hombre se atreva a romper el encantamiento.
Las ayalgas tienen poderes: conocen el lenguaje de los animales (les avisan de la proximidad de su raptor), conocen todas las propiedades medicinales de las plantas con las que socorren a los hombres heridos por el cuélebre, y tienen una melodiosa voz con la que intentan atraer a los hombres para que las ayuden y las liberen.
Sólo existe una forma de liberarlas: en la noche de San Juan el cuélebre cae en una especie de sopor. Esa noche, si un hombre entra en la cueva y golpea a la ayalga con una rama de sauce, el encantamiento desaparecerá (incluidos los poderes) y podrán huir juntos. El cuélebre no despertará hasta surja el primer rayo de luz del día, por lo que si son rápidos podrán llevarse el oro.
Pero si en cien años la ayalga no es liberada, quedará encantada para siempre.
Bueno, ya sabéis, ¡tened los ojos bien abiertos si visitáis las proximidades de las cuevas asturianas para que el cuélebre no os pille desapercibidos! Y si escucháis una melodiosa voz salir de una de las cuevas, sed valientes e intentad salvar a la ayalga encantada, si os surge la oportunidad, una Noche de San Juan.